
La culpa es un sentimiento que estará presente en muchos momentos de vuestras vidas, ¡sobre todo en las madres!. Si se enferman, si trabajamos demasiado, si queremos tener un momento de mimo en la peluquería o un café con las amigas, parece que la Maternidad y la culpa son sentimientos inseparables.
A esto debemos sumar la constante opinión del mundo entero sobre cómo deberíamos estar criando a nuestros hijos, lo que aumenta nuestra inseguridad y malestar con nosotras mismas. Todo es tan confuso y se hace algunas veces tan cuesta arriba que cuestionamos absolutamente todo, nos sentimos culpables por lo que hacemos y también por lo que dejamos de hacer.
Si no atendemos este sentimiento y por el contrario pasamos a “normalizarlo” es muy probable que este malestar vaya en aumento y se desencadenen otras consecuencias emocionales que con el paso del tiempo también nos pasarán factura físicamente.
Lo repito siempre, mente sana=cuerpo sano, mamá feliz=familia feliz.
Es más, no solo nos juzgamos por aquello que hacemos o dejamos de hacer, sino también por aquello que sentimos. No hace falta irnos de viaje solas para sentirnos culpables, basta con que lo deseemos.
¿Qué podemos hacer para manejar la culpa?
1. Interiorizar que no somos el pensamiento, somos el “pensador” y éste sentimiento como cualquier otro puede controlarse como un hábito. Aprender a identificar éste sentimiento es clave para que podamos controlarlo.
La culpa no es tanto “lo que está sucediendo” como con la forma en la que reaccionamos, o nos hablamos ante dichas circunstancias. ¿Un ejemplo para verlo mejor? “Llevo todo el día pegada al móvil respondiendo correos del trabajo y podría estar jugando con mi bebé”…”me he ido a la peluquería por una hora…y hace algo de sol podía haberle bajado al parque”.
2. Aceptar lo que ya ha pasado. Perdemos mucha energía culpándonos por cosas que ya han pasado y que “podíamos haber hecho diferente” pero no podemos cambiar.
Aceptación no es resignación, es importante que aprendas a liberarte de ese lastre pasado y puedas centrarte en disfrutar el presente y ya adquieras herramientas para lidiar con situaciones parecidas en un futuro. Sé que no es “cómodo” sentir culpa, pero muchas de las circunstancias que no se dan como nos habría gustado (idílicamente) con seguridad nos han enseñado algo de mucho valor para el futuro.
3. Relativizar lo que ha sucedido, hemos normalizado que sentir culpabilidad es una consecuencia natural para nuestros errores, es como si creyéramos que es la consecuencia natural cuando algo no se nos da bien.
Éste es un punto clave, es importante que sepas que eres la mejor madre/el mejor padre para tu peque. Ambos debutaron en sus respectivos roles el mismo día! Y así como tu peque aprende poco a poco nuevos hábitos para acoplarse a éste mundo, vosotros como padres también están en un proceso continuo de aprendizaje y crecimiento.

Hay que bajar los niveles de autoexigencia que no hacen más que asfixiarnos. Ser padres ya da bastante miedo, si además de vivir en constante miedo y juicio por todo lo que hacemos con nuestros peques…imaginaos si sumamos el miedo de ser o no ser lo suficientemente buenos. Es un sentimiento normal, pero debes ser más amable contigo, tanto como lo serías con una amigo que se ha equivocado y necesita tu apoyo.
Para que la culpa no se vuelva un monstruo devorador, es importante conseguir el apoyo en la pareja, tener una línea abierta y firme de comunicación con la familia, evitar la infoxicación y reconocer tus logros (por más pequeñitos que creas que sean) cada día nuevo como padres, es un día nuevo de logros y reconocimiento.